Después de muchas discusiones por fin fue promulgada la famosa Ley antiinmigrante SB 1070 que entre sus medidas más radicales permite a la Policía local detener a alguien bajo la sospecha de estar en Estados Unidos ilegalmente, esto es, impedir el libre tránsito de las personas solo por ser morenitos y bajitos.
Para entender un poco la coyuntura por la cual están pasado en el estado de Arizona hay que mencionar que existe más de medio millón de indocumentados en la entidad y que Phoenix es una de las ciudades con mayor índice de secuestros en toda Norteamérica, lo que por deducción directa hace pensar a los estadounidenses que el problema son los mexicanos y centroamericanos que radican en el estado.
Sin embargo, tenemos que agregar que durante el 2007 y 2008 el banco BBVA Compass en asociación con la Universidad de Arizona realizaron un estudio sobre la derrama que generan los visitantes Sonorenses en el estado de Arizona y los números son francamente impresionantes. Según la investigación la derrama tiene un resultado exponencial que generó siete mil empleos en ese estado y aumentó la cifra hasta 3.61 billones de dólares en ventas brutas en el estado siendo las ciudades de Tucson, Phoenix y Santa Cruz las mayormente beneficiadas en este orden.
La cascada de declaraciones de funcionarios y políticos al respecto de la ya menciona ley no se hizo esperar. Carlos Navarrete del PRD, así como Cesar Nava del PAN, invitan a los habitantes de Sonora a no visitar más el estado de Arizona hasta que no se dé para atrás a la famosa ley.
La verdad es que todas estas declaraciones, no deja de ser más que mera presencia mediática para los político oportunistas que nomas ven burro ensilladlo y se les antoja viaje. Y digo esto porque si va a haber una respuesta contra una medida tan racista y discriminatoria como la que encabeza la gobernadora Jan Brewer de Arizona, esta debe salir de quienes tienen el poder de decisión y la facultad de imponer políticas restrictivas que realmente impacten al estado de Arizona en respuesta a esta actitud violenta y discriminante.
La pelota está de nuestro lado de la cancha, siempre lo ha estado, tenemos que entender que esa es su nación y que ellos tienen facultades para gobernarse a sí mismos y a quienes deseen vivir en su territorio. Ellos siempre buscan proteger a sus habitantes y sobre todo ante la amenaza de verse desplazados por los extranjeros. Con la crisis y la escases de empleos, estos inmigrantes le roban oportunidades a gente nacida allá, con más empeño, menos restricciones, mas disposición de los mexicanos al trabajo no es difícil desplazar a estadounidenses a la hora de conseguir trabajo, y si a eso le sumamos que a un ilegal se le puede contratar sin seguro médico, con un salario menor y que además cuentan con toda la disponibilidad de realizar labores que como diría nuestro ex presidente Vicente Fox, “ni los negros quieren”, los mexicanos y centroamericanos adquieren una serie de ventajas competitivas que a la hora de buscar empleo, desplazan de manera muy fácil a los nacidos allá.
Todo esto en un mercado laboral se convierte en una especie de dumping social, por lo que los norteamericanos amparados bajo una cultura de respeto a la ley, hacen lo que saben hacer: promulgan una ley que los proteja.
Esto no es nuevo, o a caso tenemos que recordar los embargos que han impuesto en materia comercial a nuestro país en cuanto se ven desplazados: El atún, el tomate, las restricciones al transporte nacional y el más reciente embargo camaronero bajo el pretexto de malas prácticas al momento de su pesca. Además de esto también podemos acordarnos de la polémica surgida por la construcción del muro fronterizo, o cuestiones más graves como las declaraciones que hacían los propietarios de los ranchos texanos que aseguraban que en cuanto vieran a un ilegal cruzar por su rancho le dispararían y los matarían cual animales.
Y que es lo que hemos hecho nosotros ante todo ello; decir, repudiar, condenar, pero muy poco hacer. Por eso suenan huecas las palabras de los políticos cuando condenan esas decisiones unilaterales de Estados Unidos y por ello cada día pierden más y más credibilidad. Necesitamos dejar de preocuparnos por lo que van a hacer nuestros vecinos en su país y proponer e implementar proyectos productivos que generen riqueza y empleo para los mexicanos de este lado, necesitamos darnos cuenta de la gravedad que implica el hecho de que las remesas que mandan nuestros connacionales es la segunda fuente de ingresos que tenemos por encima del turismo y de la industria nacional, siendo superados estos ingresos solo por la producción petrolera.
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